Comenzamos con un ejemplo palpable: en el Estado
de Hawái los costos de la tierra son muy altos y escasas las áreas libres. Es
por eso que gran cantidad de emisoras de radio, televisión, celulares y
microondas, instalan sus antenas en edificios ubicados en medio de zonas
urbanizadas. Como resultado de esto, las antenas de esas plantas emisoras están
a sólo metros de distancia de las habitaciones de cientos de miles de
habitantes.
Ese
estado de cosas existía a mediados de los años 80, a partir de cuando surgieron
polémicas en muchos países sobre si la radiación de Radiofrecuencia (RF) es
dañina o no. Muchos informes a partir de esto aseveran que sí tiene efectos cancerígenos y
causa daños cerebrales o al aparato reproductor (ovarios y testículos) a pesar
de que muchas personas aún se niegan a aceptarlo. Es obvio que hay intereses de
por medio, que en muchos casos sesgan la información, pero es bueno saber de
qué se trata todo esto y qué debemos hacer al respecto.
La RF
puede ser absorbida, reflejada o transmitida por el cuerpo de los seres vivos.
La cantidad de radiación que es absorbida por el cuerpo es importante en la
determinación de cuáles son los niveles peligrosos. La extensión y penetración
de la radiación de RF depende de factores como masa del cuerpo humano, longitud
de la onda y duración de la irradiación.
Puede
producir varios efectos biológicos, que han sido estudiados sobre todo en
animales. En ellos se ha comprobado que la alta irradiación produce
calentamiento de las células y de los tejidos y aumenta la temperatura del
cuerpo. La absorción de RF al calentar los tejidos puede causar daños similares
a los producidos por el sol, pero también han sido reportados daños debido a
efectos no térmicos, incluyendo los causados en el sistema nervioso, pero se
necesita mayor investigación sobre este punto. En pruebas realizadas en ratas,
se determinó que éstas sufrían crecimiento anormal de las glándulas
suprarrenales y un aumento en la incidencia de tumores.
Esta emisión de radiación puede producir también cambios
eléctricos en la membrana de todas las células del cuerpo, alterando los flujos
celulares de algunos iones, sobre todo el calcio, lo que podría tener efectos
biológicos importantes.
Hay dudas sobre el posible efecto acumulativo del
aumento de la temperatura corporal a largo plazo.
Aunque es indudable que ejercen efectos
biológicos, el papel de las radiaciones no ionizantes como agentes cancerígenos
es polémico. Se piensa que, en todo caso, actuarían como promotores tumorales,
con escaso o nulo poder inicial para convertir genes normales en oncogenes.
En muchos trabajos se ha determinado un mayor
riesgo relativo de leucemias, tumores cerebrales y otros cánceres en sujetos
que residen en las proximidades de las líneas de alta tensión y entre distintas
poblaciones expuestas profesionalmente. La sospecha de asociación más firme se
ha establecido con las leucemias infantiles.
También se han intentado relacionar con
alteraciones del aparato reproductor, neurológico y cardiovascular, y con
malformaciones fetales.
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